6 de diciembre de 2025

Desprejuiciados son los que vendrán (Parte 2)

La semana transcurrió con una agenda bastante cargada. Son las últimas actividades antes de entrar en el receso de verano. Ya hemos tenido varios días calurosos, que yo padezco particularmente porque a pesar de mis esfuerzos, enseguida empiezo a sudar y eso me provoca un poco de vergüenza si estoy en un lugar público. No tengo la menor idea de cuál es la causa, pero ya no me sorprende, porque todos los veranos tengo que lidiar con esa incomodidad. Ultimamente, cuando voy a entrenar al gimnasio o al caminar al Parque, termino bañado en transpiración, y ni siquiera puedo mitigarla con una ducha fría. Pero bueno, es lo que hay, el verano aún no comenzó y eso me hace pensar que queda un largo camino por recorrer. 


Lo que más me gusta de la temporada estival es que los días son más largos, con unos atardeceres espectaculares, ideales para sacar la reposera a la vereda como hacían nuestros abuelos.  Antes no era tan común como hoy que un hogar contara con una pileta o piscina, por eso en mi infancia las piletas del Aero Club o del Club Rivadavia eran muy populares, era un lugar de encuentro para las familias, que llegaban temprano, almorzaban en el predio, y pasaban casi todo el día. Si bien las piletas públicas siguen existiendo, ya no tienen la concurrencia de antes. Aquellos veranos sí que eran bravos. Parezco un viejo diciendo esto, pero los cortes de luz eran mucho más frecuentes, el aire acondicionado era un lujo de unos pocos, ni siquiera los bares más chetos contaban con uno para refrescarse un poco. Por supuesto, si ibas a un bar tenías que consumir algo y tampoco era habitual que uno fuera a tomar un café o lo que fuere. Pese a que ahora la plata no abunda, creo que hace unas décadas se notaba más, yo veía a los más pitucos creyéndose los grandes señores porque paraban siempre a tomar algo y no se les conocía un laburo que los sacara de la parsimonia y la buena vida de los boliches. En casa no había mucho para hacer, porque ya habían terminado las clases, y todo el tiempo que pasábamos en la escuela se convertían en horas muertas que los más grandes de la familia destinaban a dormir la siesta. Eso es algo que se mantiene: Hasta el día de hoy, en las primeras horas de la tarde no anda un alma por la calle, y eso se vuelve más notorio en enero.


Muchos de los que se quejan de eterna crisis argentina se van de vacaciones, los negocios también cierran por una semana o quince días, de manera que la vida pueblerina transcurre a media máquina hasta que asoma marzo en el almanaque. Pero también hay que reconocer que la ciudad ha crecido mucho, se han formado nuevos barrios donde antes sólo había terrenos baldíos, y eso hace que uno vea caras nuevas todo el tiempo, gente que no es oriunda de Lobos pero que decidió venir a radicarse acá, o que tienen una casa quinta para pasar el fin de semana.


En una nota anterior, yo destacaba la forma en que se van insertando los recién llegados. En ese sentido, Lobos no es reacio al forastero, todo lo contrario. Por lo general, se adaptan mejor que los nacidos y criados. Hay varios que conozco que no reúnen ningún mérito o condición, pero sin embargo, han sido bien recibidos. Enseguida se meten en el circuito de los clubes, en ambientes supuestamente selectos, y logran infiltrarse en lo más recóndito del jet set vernáculo. La mayoría no tiene tanta guita como se supone, pero acá se vive mucho de las apariencias, a diferencia de las grandes ciudades donde nadie conoce la cara del vecino que habita un departamento en el mismo piso que el tuyo. Además, los millonarios de verdad no se juntan con la chusma, ya que viven en barrios como Nordelta o en algún edificio torre de Puerto Madero. Están a otro nivel, claramente. Y seguro que pasan el verano en Punta del Este o en un balneario top que no está al alcance de cualquiera. Varias veces me he preguntado qué tiene Lobos como para que la gente de afuera decida radicarse acá. Es un pueblo tranquilo, podríamos decir, pero no hay nada que lo distinga del resto de los municipios de la provincia.


La cuestión es que yo he visitado algunos pueblos vecinos, y enseguida te sacan la ficha, no es tan fácil integrarse a la comunidad si uno lo compara con lo que sucede acá. Seguramente, al cabo de unos meses esa actitud reticente cambia, pero en un comienzo lo que predomina es la desconfianza. En síntesis, lo que queda en claro es que, con algunos pases de magia, cualquier forastero puede ir trepando para ser miembro de la más codiciada sociedad lobense. Pero habría que definir qué hábitos son propios de la gente que tiene guita, sobre todo cuando no hay muchos lugares donde se pueda ostentar que pertenecés a una clase alta. Otro punto a tener en cuenta, es diferenciar al nuevo rico de aquel que siempre tuvo un buen pasar económico, porque toda su familia cuenta con un patrimonio holgado. La ostentación del lujo está ligada a cómo hayas obtenido tu riqueza. Pero si hay algo que podemos afirmar con convicción, es que para ese segmento de la población, la ola de calor y los avatares climáticos no constituye un problema. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

3 de diciembre de 2025

Sólo una vuelta más...

 

Primeros días de diciembre. Se nota que hay más movimiento en la calle, más afluencia de clientes en los comercios, y seguramente es un factor estacional, que tiene que ver con esta etapa del año que estamos transitando. Cuesta creer que hayamos llegado al capítulo final, con menos de 30 días por delante, que serán frenéticos, por todo lo que conllevan las Fiestas en el imaginario popular. Ya habrá tiempo para hacer un resumen de 2025 si es que cabe, pero más allá de eso, lo que me parece interesante es destacar que hemos podido seguir adelante pese a que no fue un escollo fácil de sortear. La economía arrancó tranquila, pero eso duró apenas unos meses, luego ya hubo sobresaltos que impactaron en el bolsillo promedio, que no sé si vale la pena enunciar. Hubo que votar dos veces, y los resultados de ambos comicios fueron dispares: En primera instancia se impuso el peronismo, y parecía que esa tendencia se iba a repetir en la votación de octubre, pero contra todo pronóstico, ganó La Libertad Avanza. El tema es analizar si esos procesos electorales traerán cambios en la vida cotidiana. El oficialismo, con el triunfo conseguido, tendrá más poder para aprobar determinadas leyes que sí pueden modificar las reglas de juego. La flexibilización laboral no es un proyecto nuevo: Hace varios años que los sucesivos gobiernos buscan introducir cambios en la Ley de Contratos de Trabajo, lo cual para muchos de nosotros representa una merma en los derechos del laburante, otorgando al empleador más facultades para despedir personal sin tener que pagar ninguna compensación o indemnización. También es posible que se avance para aumentar la edad de los futuros jubilados, que de 65 años podría pasar a 70 en el caso de los varones, y de 60 a 65 en las mujeres. Todo este paquete que vulnera el sistema de seguridad social, según la opinión de varios analistas, responde una necesidad de cumplir con las metas del FMI. Googleando un poco, uno puede advertir que desde la administración Milei hace unos cuantos meses que estos proyectos han trascendido las reuniones de gabinete para ser materia de discusión en distintos ámbitos.  

Para no hacerlo demasiado extenso, volvamos a lo que nos convoca. Con la llegada inminente del verano, habrá gente que se sentirá agobiada por todo lo que tuvo que afrontar a lo largo del año, como también están aquellos que ya van pensando en algún destino para vacacionar. Por supuesto, el segmento mayoritario está integrado por quienes nos quedaremos acá, sobrellevando el calor y los mosquitos, con el precario alivio que puede brindar un ventilador de pie o –en el mejor de los casos- un chapuzón en la Pelopincho. En mi caso, honestamente no estoy pensando en irme de viaje, como tampoco estuvo en mis planes en los ciclos anteriores. Quizás si algún amigo me lo propusiera y pudiéramos compartir gastos, sería más viable. No es tan fácil como agarrar la ruta y salir: Tendría que buscar a alguien para delegar todo el laburo que insume el diario digital, y por supuesto, es entendible que nadie trabaja gratis. Veremos qué acontece, tal vez surge alguna oportunidad sobre la marcha que me permita hacer un viaje corto sin tener que ausentarme por varios días.  

Si me quedo acá, se supone que no voy a gastar tanta guita como sucedería si me fuera a la Costa o a otro punto turístico. Salir de mochilero, con una carpa y poca plata en el bolsillo, sólo es una buena opción si lo tomás como una aventura. Pero cualquier persona que priorice el descanso, se trasladará en auto o en micro, tendrá que reservar un hotel o alquilar un departamento, y recién con todo eso resuelto se podrá ir tranquilo a la playa. Es probable que los precios de Brasil sigan siendo más bajos que los de la costa argentina, de hecho en el verano pasado, muchos lobenses eligieron vacacionar allí. Lo fundamental es hacer números antes que poner el pie en el acelerador. Bueno, la realidad nos demuestra que hoy tenemos que hacer números para todo, porque es la forma más eficaz de conocer cuánto se gasta por día. Si la meta es ahorrar, es necesario hacer un recorte total, y para tener una buena administración, un factor clave es tomar nota de cada uno de los egresos. Claro que, más de una vez, la cuenta que uno hace arroja cifras “en rojo”, porque por más ajustes que se hagan, no se pueden reducir los costos fijos que todos conocemos: Alimentación, impuestos, remedios, y otras erogaciones que se suman en caso de poseer un vehículo o de tener hijos en edad escolar.

 

Con respecto a las Fiestas, creo que serán distintas para mí, porque con los niveles de glucemia que tengo, no podré comer casi nada de lo que se acostumbra para estas fechas: Mantecol, turrones, pan dulce, budines… En fin, será cuestión de intentar mantener una dieta adecuada para ver si en el próximo chequeo que me haga hay alguna mejoría. Cuando pasás los 40, ya empezás a preocuparte más por tu salud, porque sabés que estás más expuesto a padecer enfermedades que vienen con los años. A veces me llama la atención que haya tantos nutricionistas que inculcan hábitos supuestamente saludables, cuando vivimos en un país tan desigual, donde mucha gente no tiene para comer. De qué dieta les van a hablar, si están excluidos del sistema, y nadie se preocupa por ellos. Esa es la primera consecuencia palpable del modelo libertario: Argentinos que se endeudan para comer, pagar el alquiler, llegar a fin de mes, que hacen lo imposible para no ver afectada su calidad de vida. Cada vez más gente en situación de calle, que no puede salir adelante porque perdió su trabajo y ya no hay un mercado laboral que le posibilite una reinserción. Por eso, creo que la discusión que debe darse está relacionada con el impacto social del modelo. Cada persona que pierde su empleo se convierte en un nuevo desocupado, es obvio decirlo, pero el Estado no asume un rol que tenga que ver con la contención. Si nos fijamos lo que ha pasado con los discapacitados, es más que evidente que no se puede pedir a las autoridades que gobiernen con un sentido social. Y si los derechos adquiridos, según ellos, son una patraña de la izquierda o del socialismo, sería bueno mirar a los países más desarrollados, que nunca dejaron de brindar asistencia a sus ciudadanos más vulnerables. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

28 de noviembre de 2025

El tramo final de 2025 nos deja sin aliento, pero valió la pena haberlo recorrido

 

Último viernes de noviembre, un ciclo que se caracteriza por la llegada del calor y por las escasas dosis de paciencia que nos quedan. Durante el transcurso de esta semana trabajé bastante, mucho más de lo que esperaba. No lo digo con ánimo de queja, sino poniendo en valor lo que significa brindar una buena cobertura periodística. Eso implica también invertir en los insumos que son de uso cotidiano. Por ejemplo, estoy tratando de conseguir una nueva cámara de fotos, ya que en los últimos meses me la venía rebuscando con el celular. Como el resultado no es el que yo pretendo, habrá que destinar algunos mangos a un equipamiento que sea acorde con un medio de prensa en crecimiento y expansión. 


Desde que LOBOS 24 dio sus primeros pasos, allá por 2017, mucha agua ha corrido bajo el puente. Son casi 10 años, sin contar todo lo que vino antes, y que permitió, paulatinamente, sentar las bases para apostar a un nuevo desarrollo. Hoy el común de la gente lee menos, o se informa a través de las redes sociales. Esa realidad plantea un desafío enorme para los portales de noticias, que debemos apelar a varias estrategias que contribuyan a mantener el tráfico de visitantes y sostener la audiencia. Por eso es que el complemento gráfico es tan importante. Fotos, videos, todo lo que pueda sumar a la experiencia de leer una noticia como antes se hacía masivamente con los diarios impresos.


Retomando el comienzo de este posteo, por lo general, tan pronto como voy a cubrir un evento o actividad, llego a mi casa y empiezo a escribir, a seleccionar las mejores imágenes, porque siempre tuve en claro que el lector se merece un acceso integral a ese hecho que uno está describiendo en cada noticia. Siempre lo consideré un trabajo, porque yo no me quedo en la comodidad de difundir sólo aquello que me interesa. No todas las personas se sienten atraídas ante un mismo hecho, es algo que mencioné brevemente en el post anterior. Las cosas son como son, pero uno como periodista puede hacer su aporte para que resulte más atrayente, sin tergiversar ni modificar nada. Si nos ponemos a pensar, un café literario o muestra de artes plásticas, o la presentación de un libro, tienen un alcance limitado, a menos que el protagonista sea una persona extremadamente conocida y popular. Pero no por eso le vamos a restar el espacio que uno cree que merece ocupar. 


En resumen, podríamos decir que todo es noticia. Hace unos días le comentaba a una persona la tarea que yo hago, y no podía creer que casi todo el laburo lo hiciera yo solo. Desde redactar, sacar las fotos, subir el contenido a las redes, hasta hacer las cobranzas a los clientes, y mucho más que en este momento me olvido de subrayar. Y bueno, es así, mientras me dé el cuero lo seguiré haciendo, y dentro de unos años veremos si tengo la posibilidad de delegar en algún redactor, sobre todo para ampliar la cobertura de la sección deportiva. Lobos es una ciudad con muchos clubes y una gran variedad de disciplinas. Por ese motivo, no siempre se puede cumplir con todos. Están aquellos lectores que su muestran muy exigentes, pero ignoran todo lo que hay detrás de un medio profesional. Por ejemplo, yo nunca me pondría a criticar a un comerciante por los productos que vende o por el servicio que presta. Si no me convence, no voy más y listo, hay muchos peces en el agua como para insistir en caer dos veces en la misma red.


Si en determinado momento de la vida uno se propone reinventarse, previamente tendría que haberse "inventado" y forjar los cimientos de su personalidad. Lo segundo es consecuencia de lo primero. Y la personalidad de cada uno es compleja, no sería adecuado reducirla a dos o tres aspectos salientes. Tampoco tiene que ver con el temperamento o carácter, eso es otra cosa. Podés tener un carácter firme, y eso no te da derecho a andar con una actitud prepotente o pisoteando a los demás. 

 

Si tu intención es recuperar el envión, tal cosa no es posible sin antes realizar una autocrítica honesta. Mirate al espejo y reflexioná sobre vos mismo con honestidad. Hasta que vos no te des cuenta de lo qué estás haciendo mal, te lo puede decir todo el mundo pero no le vas a dar bola. Otro dato clave: Para que un día te rinda y puedas sacar mejor provecho de él, entre otras cosas, es fundamental un buen descanso. No se trata de dormir hasta cualquier hora, sino de recuperar fuerzas para que la rutina no se te haga tan desgastante. Es cierto que no deja de ser placentero trabajar de lo que uno eligió. Pero, sea como fuere, nos cansamos igual que el resto de los laburantes. El hartazgo es una forma de cansancio que se traduce en la indiferencia, en que todo te dé lo mismo, lo cual es peligroso. Uno se agota de escuchar las mismas boludeces todo el tiempo, las mismas canciones, los mismos programas de radio o de TV. Cuando vos asumís que probablemente vayas a ejercer la misma profesión por el resto de tu vida, te entra un poco de "insatisfacción a futuro". Te llena de dudas pensar en cómo vas a sostener una estructura laboral por tiempo indeterminado, cuando todo cambia tan rápidamente.


Pero claro, cuando tenés presiones de todos lados, lo único que aparece es el impulso de descargar esa bronca que se fue conteniendo y acumulando. Ante esa situación, es útil repetir como un mantra lo siguiente: "tanto lo bueno como lo malo que me ocurra es de mi exclusiva responsabilidad, por lo cual debo hacerme cargo de ello". En lo personal, este momento es una etapa necesaria para consolidar y afianzar todo lo que se hice durante tantos años. No soy quién para darle consejos a nadie, pero pienso que todos deberíamos hacer lo mismo.


Hay personas que tienen esa capacidad de dejar sus disgustos y complicaciones cotidianas en la puerta de su casa, pero no siempre se puede lograr esa abstracción. En última instancia, lo que sí me parece atinado hacer, es comentar, brevemente y sin cargar las tintas: "Hoy me pasó esto". No es saludable enroscarse al pedo, ni darle una dimensión superlativa a cualquier contratiempo que haya que sortear. No se puede hacer catarsis constantemente para que tu entorno sea el depositario de tus preocupaciones. Creer que nuestros problemas ameritan una consideración especial hacia terceros es un enfoque equivocado. Habría que hablar menos y escuchar más: Si todos actuáramos de ese modo, estaríamos dando un gran paso para ser más empáticos.


Y para concluir, debemos entender algo fundamental: Muchas veces cometemos la impertinencia de juzgar a alguien sólo por lo que vemos en la superficie. Así como hay gente brillante con una apariencia cuestionable, también abundan los charlatanes que nunca en su vida han movido un dedo en esforzarse para conseguir un logro significativo. La conclusión es la siguiente, a mi modo de ver: Lo mejor que te puede pasar es ser consciente de dónde estás parado, para que todo lo que provenga de los oportunistas y ventajeros te tenga sin cuidado. Cuando uno ha descubierto quién es, no necesita de la aprobación de los demás para reforzar esa percepción. Nos estamos viendo pronto. Punto final.  

25 de noviembre de 2025

Tiempo de recoger lo sembrado, pensando en lo que vendrá

 

Luego de cuatro días feriados, ya era momento de que se acabara la joda para volver a la actividad, aunque yo me mantuve ocupado durante todo ese período. Este martes, el movimiento que se vio en la calle fue notable, sobre todo en la zona céntrica, cerca de los bancos. Pensé que me iba a llevar más tiempo unos trámites que tuve que hacer, pero ya para media mañana había podido terminar con todo. El domingo fui al desfile por el Día de la Tradición, y me quedé casi dos horas sacando fotos a los carruajes y jinetes, esquivando los montículos de bosta que se iban acumulando en la calle para no fallar en la pisada. Este tipo de eventos me demandan una exigencia mayor porque tengo un celular que no saca fotos muy nítidas, y sumado a la poca luz, los problemas se incrementan. Desde que se me rompió la cámara digital, hace varios meses, me tengo que arreglar con el teléfono. En fin, lo que rescato es que pude prever esa situación. A mayor cantidad de material, más margen iba a tener para elegir las imágenes que yo quisiera. Bueno, la cuestión es que cuando llegué a mi casa tuve que laburar bastante con el editor de fotos para corregir (en la medida de lo posible) la calidad de las imágenes. El texto de la nota surgió más rápido, pero la premisa era ilustrarlo con todo lo que la cámara había registrado. Teniendo en cuenta esos factores, el resultado no estuvo mal, hice lo mejor que pude con las herramientas que yo tenía a disposición. 


Si trabajás en un medio de prensa y no pensás en los lectores, estás al horno. Todo el esfuerzo que uno pueda hacer como periodista está destinado a brindar una cobertura completa de cada hecho. Por supuesto, uno ya sabe qué tipo de noticias tienen más alcance e impacto: Accidentes, operativos policiales, salidas de bomberos. Obviamente, esa información tiene que estar, pero yo elegí darle lugar a otros contenidos: Me parece que es más desafiante escribir sobre la movida cultural que tiene Lobos, o hacer entrevistas que nadie tiene porque a esos vecinos nadie les ha otorgado un espacio. Por la experiencia que tengo en más de 20 años de profesión, no abunda la gente que se tome el trabajo de desgrabar un audio, de darle forma a un texto para que sea legible y sencillo. Casi nunca tengo faltas de ortografía, ni errores burdos, pero así ha sido desde que empecé con esto. Cualquier persona que tenga incorporado el hábito de la lectura siempre va a tener la ventaja de escribir y expresarse mejor.


Cuando hay una conferencia de prensa, y hablan tres o cuatro funcionarios, lo primero que hay que entender es que el lector no tiene tiempo para leer una parrafada sin sustento. Por lo tanto, es necesario sintetizar y resumir todo lo que sea posible, pero hacerlo con criterio. Es decir, no a riesgo de que se desvirtúe el sentido. A veces se abordan varios temas, o alguien hace una pregunta a los oradores. Hay que estar atento porque de una simple pregunta pueden surgir declaraciones interesantes. Si no hay producción periodística, se nota enseguida, ya que va a ser mucho más difícil y tedioso comprender lo que el redactor escribió. Termina siendo una ensalada, un rejunte de frases sueltas que no están situadas dentro de ningún contexto. Yo diría que cada uno tiene sus trucos y sus secretos al momento de escribir, y eso está buenísimo. De lo contrario, lo que pasaría es que todas las crónicas serían iguales, como salidas del mismo molde. Con los años, creo que logré tener mi impronta, una forma de redactar con la que me siento cómodo y que también ha tenido una valoración positiva de los lectores. En todo trabajo, uno nunca deja de aprender. Aunque haya logrado afianzarme en mi proyecto, tengo en claro mis limitaciones. Ser consciente de tus puntos flojos es lo mejor que te puede pasar para no meter la pata o asumir riesgos innecesarios.


Hoy por hoy, con lo complicado que está el mercado laboral, aquellos que podemos laburar de lo que nos gusta tenemos que valorar esa posibilidad. Es decir, yo puedo contarles que escribir una determinada nota me insume mucho tiempo, pero es lo que elegí hacer, no es algo que me lleve a quejarme. Si pudiera volver el tiempo atrás, no cometería tantos errores, haría las cosas de una forma diferente, disfrutaría más de lo cotidiano, no me enroscaría tanto al pedo. Pero bueno, no tenemos a Marty Mc Fly entre nosotros, así que divagar sobre la historia contrafáctica me parece una tontería. Quizás, el hecho de haber recorrido un camino desde cero, transitando dificultades como todo el mundo, es lo que a uno le permite hacer una pausa y recoger lo sembrado. Voy a seguir metiéndole pilas a esto, y veremos si para 2026 se pueden incorporar más recursos a la tarea diaria. Hoy, buena parte del tráfico en las redes sociales pasa por Instagram, por lo cual tendré que adaptarme a eso, aunque me parezca más sencillo publicar en Facebook. Nos estamos viendo pronto, con más novedades en la trinchera. Punto final.

22 de noviembre de 2025

No dejes que nada te impida avanzar

 

Lo más difícil de emprender un camino de realización y bienestar personal es sostenerlo a lo largo del tiempo. Yo tengo una idea bastante clara de lo que quiero hacer, pero debo lidiar con mis propias dudas y excusas. Son pulsiones negativas que se interponen para que ese deseo de mejorar vaya perdiendo fuerza. Cuando hoy fui al Parque, antes de almorzar, no tenía demasiadas ganas. Entonces, no creía posible que pudiera mantener mi marca de 5 kilómetros de caminata. Pero, contra todos los pronósticos, no sólo cumplí con esa meta, sino que incorporé casi un kilómetro más. Eso no es todo: Por primera vez en muchísimos años, me largué a correr durante el último tramo del circuito. Sé que todo lo que estoy mencionando carece de interés para el lector promedio, pero en lo que a mí respecta, pude demostrarme que podía, que estoy en condiciones de redoblar la apuesta. Debo reconocer que para determinadas actividades soy bastante haragán, todo esto lo hablé en terapia, pero siempre tuve en claro que era yo quien debía tomar una decisión. La comodidad nos atrae porque no exige ningún esfuerzo: Cuando nos sentamos a ver televisión, o pasamos horas boludeando con el celular, asumimos una actitud pasiva, simplemente nos dejamos llevar por lo que sucede en una pantalla. En cambio, escribir, caminar, correr, crear una obra de arte, es todo lo opuesto. Hay que empezar desde cero.


Hace unos meses, cuando muy tímidamente adopté el hábito de las caminatas, me preguntaba qué era lo que llevaba a cientos de vecinos a recorrer diariamente el espacio verde. En mi caso, descubrí que podía desconectarme durante el tiempo que permanecía allí, y dedicar esos momentos para mí, sin necesidad de mirar el reloj ni de preocuparme por cumplir con un horario estricto. Si bien fue una decisión mía, también influyó que mucha gente me insistiera y me rompiera las bolas sobre los beneficios que iba a poder conseguir. De no ser así, todavía seguiría estancado y dándome rosca por lo mal que me van las cosas, sin haber hecho nada en concreto para ponerme las pilas.


Las primeras semanas iba casi por obligación, y no daba más de una vuelta al Parque. Me parecía un gran esfuerzo, no sólo por la distancia en sí, sino por haber vencido mi resistencia a llegar hasta ese lugar. Sin embargo, aprendí la mayor parte de todo era una cuestión de tiempo, de práctica, y de entrenamiento. Yo no compito con nadie, lo único que pretendo es sentirme bien, y si me quedo en mi casa mirando el techo sé que no lo voy a lograr. No sé si tiene algo que ver, pero creo que me hizo reflexionar sobre mi futuro quitándole toda carga de angustia o dramatismo. No tengo la aspiración de dejar un legado, ni que la gente me recuerde cuando yo ya no esté en este mundo. Hay mucho de vanidad en ese anhelo por trascender. Los humanos tenemos una existencia ínfima y silenciosa, incluso aquellos que han dejado una huella en la historia son sepultados por el olvido de las próximas generaciones. No tiene mucho sentido pensar en cómo nos recordarán. Pero sí me gustaría que mientras estoy vivo me consideren una buena persona.


Por lo general, trato de evitar cualquier conducta que pueda molestar o perjudicar a alguien. Por supuesto, a veces no puedo evitar que me embarguen el resentimiento, la bronca, o la envidia. Sobre todo cuando me veo decepcionado ante una persona que creí conocer y que traicionó mi confianza. Bueno, esto no es nada nuevo, es la vida misma. Por lo tanto, es más frecuente de lo que uno supone. Siempre he sido de muy bajo perfil, y eso hace que la gente se sorprenda cuando pongo a la consideración pública alguna expresión ligada al arte. Me pasó cuando presenté mi primer libro: Tardé mucho en publicarlo porque quería seleccionar bien los relatos que iban a estar incluidos. Y en los días sucesivos, muchos vecinos me hacían comentarios como si yo no hubiera escrito nunca en la vida. De hecho, la mayoría no sabe de la existencia de este blog, pero no es algo que me importe. Quizás algunas de mis reacciones también  generen sorpresa, pero lo que nadie ve es que son consecuencia de haber soportado mucho malestar. Visto de ese modo, quizás no sea bueno adoptar una postura tolerante en el largo plazo, porque vas acumulando toda esa bronca hasta que al final explotás de la peor manera, y cualquier pavada es motivo suficiente para encender la mecha. En resumen, considero que para recuperar la confianza en uno mismo es importante hablar más de lo que nos provoca el autobiocot. Qué pasa cuando nosotros mismos nos convertimos en nuestro peor enemigo. Si no creemos en lo que somos capaces de hacer, siempre vamos a tener que luchar con ese lastre que nos frena y nos limita. ¿Acaso nos falta una dosis de amor propio y convicción en lo que queremos alcanzar? Es para pensarlo. Nos estamos viendo pronto. Punto ,³final.

21 de noviembre de 2025

Es momento de bajar un cambio y tomar nota

 

Viernes feriado. Decidí hacer un paréntesis sin escribir nada nuevo en los últimos días, ya que fueron complicados, y no podría hacer una síntesis adecuada sin mencionar determinados detalles. El lunes me levanté a las 6 para llegar temprano al Hospital, ya que debía hacerme un control de glucemia, que no arrojó el resultado que cualquier paciente sano esperaría. Si bien no tengo diabetes, lo cierto es que los valores son bastantes elevados y yo creía que mi salud física estaba dentro de los parámetros normales. Más allá de que ese tipo de noticias no son gratas para nadie, siempre es mejor que uno pueda disponer de esa información cuanto antes, para empezar a hacer cambios en la dieta. Nunca me vi en la necesidad de cuidarme demasiado en la alimentación, tampoco representaba un problema para mí tomarme una cerveza o comer una picada de vez en cuando. De hecho, lo que me llama la atención es que cuando creo que mi vida está más o menos encaminada, siempre sobreviene algún desbarajuste que cambia por completo los planes.

 

Lo que menos quisiera es tener que incorporar otra medicación para mantener la glucemia bajo control. Lo adoptaría como un último recurso si ningún otro paliativo funciona. Una buena alternativa sería abocarme por un tiempo a hacer una alimentación saludable para luego realizar un nuevo análisis de laboratorio, y así poder comprobar si esos cambios de hábitos dieron buenos resultados. La verdad es que no me quiero quemar la cabeza, las recomendaciones son sencillas, hay que comer más verduras, evitar todo lo que tenga azúcar o grasas en exceso, reducir el consumo de alcohol. Es decir, todo lo contrario a lo que venía haciendo hasta ahora. Eso sí: Cuando llegué al consultorio, estaba tan atónito y bloqueado mientras la doctora me explicaba mi situación, que muchas cosas de las que me dijo no las recuerdo con precisión. El factor sorpresa me liquidó. Pero, como mencioné antes, me queda el consuelo de saber que pude recibir un diagnóstico precoz. Todo comenzó cuando fui a hacer una nota por el Día Mundial de la Diabetes, el viernes pasado, hace ya una semana. Ese día, desde el servicio de endocrinología habían instalado un stand en la entrada del Hospital donde se podía acceder a folletería y a controles gratuitos de presión y glucemia. Y como no tenía nada que perder, era una buena oportunidad para que yo también me hiciera un breve chequeo. En cuanto a la presión, no fueron valores para preocuparse, pero la glucemia sí estaba bastante alta, teniendo en cuenta que yo ya había desayunado. Fue entonces que al día siguiente me hice un análisis de curva de tolerancia de glucosa en ayunas, y ya con esos datos se pudo arribar a conclusiones más concretas. Con los hechos consumados, no valía la pena caer en lamentos. Es lo que me tocó. Es una enfermedad crónica, sí, pero no terminal. Tomando ciertos recaudos se puede llevar una vida normal. Una de las cosas de las que me jactaba cuando era más joven era que podía comer de todo sin engordar, pero es evidente que ya no puedo hacerlo más. Con los años el organismo te va pasando factura y hay que adaptarse a esa nueva realidad.

Por lo tanto, no me quedará otra opción que tomar nota de lo que los médicos me dijeron, y empezar a transitar un proceso que no me lo esperaba en absoluto. Falta un mes para que termine el año y sería una pena descuidar otros objetivos por esta noticia que acabo de recibir. Por lo pronto, lo único que sé es que no puedo delegar en nadie la responsabilidad de cuidarme. Ya tengo una edad en la que tengo que hacerme cargo de mi propio bienestar. Pese a este panorama poco alentador que acabo de expresar, algo en mí hace que me sienta optimista hacia el futuro. Si no me hubiera visto obligado a comer más sano, las consecuencias iban a empezar a aparecer tarde o temprano. No sé, pienso que el diagnóstico todavía es muy reciente como para poder asimilarlo. Aún no tomé conciencia de que deberé implementar cambios radicales para el resto de mi vida. Pero reitero: No hay mal que por bien no venga. Nos estamos viendo pronto. Punto final.   

12 de noviembre de 2025

Hasta que vos no cambies, nada va a cambiar

 

Mitad de semana. En este posteo, retomo algunas ideas que había comenzado a plantear en la nota anterior, porque me parece que se pueden hacer varias lecturas o interpretaciones. La verdad es que estoy en una edad en la cual ya no quiero perder más el tiempo. Si miro hacia atrás, siento que perdí 10 o 15 años de mi juventud por no tener objetivos claros o por hacer planes cortoplacistas. No es casualidad que otras personas de mi misma edad hoy estén mejor posicionadas, y seguramente todo lo que tienen lo han logrado con esfuerzo y constancia. Cabe hacer la salvedad de que en el común de los casos no son brillantes ni tienen un talento descollante, pero pudieron progresar con algo tan simple como ponerles pilas a sus proyectos. Si hay un factor clave para emprender todo lo que viene después, es cuidar la salud. Por mucha guita que tengas, no vas a llegar muy lejos si no estás en condiciones de desarrollarte con plenitud. Por eso hay que reiterar la importancia de la salud mental en la vida cotidiana, que merece ser equiparada al mismo nivel de relevancia que la salud física.


Una vez una persona que me conoce bien me dijo: “Mientras vos no cambies, nada va a cambiar”. Tenía razón, aunque la frase no fue muy precisa respecto a los cambios que debería adoptar para alcanzar un mayor bienestar. Pero así como los demás te conocen, se supone que uno mismo también se conoce lo suficiente como para saber qué clavijas tiene que ajustar. Yo puedo decir que muchos hábitos que empecé a incorporar últimamente me están dando resultado. Pero es necesario esperar y no bajar los brazos. Como soy bastante impaciente, la ansiedad me juega en contra, y hay que entender que vivimos en una sociedad donde cualquier proceso demanda un tiempo considerable. Quedarse en la cama pensando boludeces no te aporta nada, es una cuestión de sentido común, porque tu mente sigue activa y esos vericuetos te llevan a lugares que no son lo que vos querés, los que te hacen bien. Por supuesto, una persona que está atravesando por un cuadro depresivo no puede salir adelante fácilmente si no cuenta con la ayuda de un entorno que la sostenga en ese trance. También podemos mencionar a quienes sufren fobias o ataques de pánico, son víctimas de un miedo irracional tan discapacitante que te bloquea de tal manera que ni siquiera podés salir a la calle. Estaría bueno que empecemos a hablar más de estas situaciones porque son más frecuentes de lo que parece. En una nota anterior, yo decía que esos trastornos o enfermedades posiblemente existan desde hace siglos, antes de que lo hiciera la psiquiatría y la psicología. Alguien que nació en la Edad Media, por dar un ejemplo burdo, no tenía acceso a ninguna contención o tratamiento, su destino era permanecer encerrado en un manicomio hasta que se moría. No había ninguna chance de que se recuperara y que pudiera hacer una vida normal. En ese sentido, hoy contamos con bibliografía, con estudios, ensayos clínicos, mucha información disponible que permite poner en el debate la salud mental y romper con los estigmas y prejuicios.


En los grandes medios, estos hechos son noticia cuando alguien de la farándula admite haber padecido estos problemas. Por eso es un gran avance que haya gente como Gastón Pauls que hable abiertamente de sus adicciones, de lo difícil que es salir, que tenga la voluntad de dejar un mensaje para ayudar a otros. Lo que tu entorno percibe no siempre es un reflejo de lo que sos. Mucha gente que nos rodea consume drogas y si no fuera porque algunos de ellos lo han reconocido públicamente, uno nunca se lo imaginaría. Tendemos a pensar que las adicciones están ligadas a drogas ilegales como la cocaína, pero permítanme afirmar que las drogas consideradas sociales, como el tabaco o el alcohol, también hacen estragos. Por otra parte, hay médicos que recetan a sus pacientes una cantidad desmesurada de pastillas, supuestamente para que éstos se sientan mejor, pero el resultado termina siendo perjudicial porque los efectos adversos son superiores a los potenciales beneficios que surgen de administrar esa medicación. Yo he visto algunas veces a personas dopadas por pastillas y sinceramente es una sensación muy desagradable. Es como verlo hoy por hoy a Charly García, que ni siquiera puede expresarse con fluidez. Ahí tenés el caso de una figura pública a la cual supe admirar muchísimo, pero que desde hace 20 años está totalmente quemada, hecha un despojo. En fin, no es mi intención ponerme a hablar de Charly en este momento. Sólo lo tomé como un caso en el cual resulta evidente que los años de excesos le pasaron factura, pero que además el tratamiento de rehabilitación lo dejó en un estado lamentable. Si empezamos a aceptar que cualquiera puede pasar por trances que ponen en jaque el bienestar mental, estaríamos dando un gran paso hacia una sociedad que tenga una mirada más empática y no tan careta. Es decir, propiciando que los vínculos que cada uno va estableciendo no se vean resentidos por el padecimiento de una enfermedad que tiene a la contención como uno de sus pilares para emprender una recuperación. Los libros de autoayuda son un gran negocio, más allá de que algunos puedan tener un enfoque interesante. En muchos casos, ni siquiera están escritos por profesionales idóneos, y su presencia en las listas de best sellers sólo contribuye a banalizar estas problemáticas que afectan a buena parte de la población. No niego que hemos avanzado, pero debemos entender que indagar en las causas de una enfermedad es más complejo de lo que se cree.


Para no hacerlo más largo, podemos afirmar que encarar un cambio en el plano personal implica cuestionarse actitudes y conductas que seguramente dábamos por sentado. A lo largo de mi vida, mi prioridad ha sido siempre ser auténtico, mostrarme tal cual soy. Habrá gente que no esté de acuerdo, pero en mi caso eso no es negociable. No me parece lógico adoptar una impostura para fingir ser otro, y tampoco debe ser saludable sostener ese engaño por tiempo indeterminado. Pero se supone que cada uno sabe cómo actuar. Sea como fuere, hay algo que es rigurosamente cierto: Si nos quedamos sentados esperando un cambio hacia afuera, estamos perdiendo el tiempo. Se trata de un proceso interior, y cuanto antes pongamos manos a la obra, más resilientes seremos en el futuro. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

Desprejuiciados son los que vendrán (Parte 2)

La semana transcurrió con una agenda bastante cargada. Son las últimas actividades antes de entrar en el receso de verano. Ya hemos tenido v...